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28 abril 2012

Luke Sikma: con nombre propio.

El ala-pivot de La Palma, hijo de un siete veces All Star de la NBA, es uno de los debutantes que más impacto ha creado esta temporada en la Adecco Oro. "Ahora mismo ser el hijo de Jack Sikma para nada es una carga, sino algo positivo; un orgullo". Su equipo será una gran amenaza en los próximos play offs de la competición.


© FOTO: César Borja

Fernando Martín / GIGANTES del basket


Cuando comenzó la temporada poca gente veía a La Palma como un equipo que pudiera pelear por estar entre los primeros de la Adecco Oro. Plantilla muy joven (poco más de 22 años de media), con jugadores que ‘subían y bajaban’ del Gran Canaria, al que está vinculado, varios debutantes... Sin embargo, el conjunto palmero ha sido un inquilino casi permanente de los seis primeros puestos de la liga, plantando mucha batalla a los favoritos, diseñados para lograr el ascenso, y perfilándose como uno de los rivales de primera ronda menos deseados para los play offs que comienzan la semana que viene.

Una de las razones de esa sorprendente trayectoria es el concurso de su ‘cuatro’ titular, venido directamente de la Universidad de Portland. Actualmente Lucas Clayton Sikma (Bellevue, 1989) es el sexto mejor reboteador de la Adecco Oro (7.9 rechaces por partido) y el séptimo en valoración (16.8), añadiendo unos buenos 11.5 puntos y 1.9 asistencias que le convierten en una de las mejores caras nuevas de la temporada, dándole a su equipo solidez, intensiadad y muchas canastas al poste bajo.

"Aquí estoy mejorando mucho”, nos cuenta Sikma vía telefónica. "En esta liga hay una buena mezcla entre fortaleza física e inteligencia. Aprendes cada día”. Este ala-pívot de 2,03 y 22 años ha manejado de la mejor manera el siempre difícil tránsito entre universidad y profesionalismo. Más cuando esto ha supuesto pasar de jugar cerca de casa a hacerlo en un país extraño, en una isla paradisiaca: "Sin duda ha sido un cambio importante. Fuera de la cancha y dentro, donde hay reglas distintas. Pero mi entrenador me ha dado mucha confianza”, explica.

Ayuda también que estudiara seis años de castellano en el colegio ("Auynque he comprobado que es muy distinto hablarlo en clase a hacerlo en la vida real”), que aterrizara en un vestuario donde la mayoría de jugadores es de una edad similar ("Tenemos los mismos intereses, nos gusta hacer las mismas cosas. Eso ha facilitado mi transición”) y su actitud. "Considero importante tener un impacto en tu primer año como profesional. Es lo que quería, ayudar al equipo en lo que sé hacer: rebotear, defender, dar el pase extra... Me esfuerzo por conseguirlo en cada partido y en cada entrenamiento”. Su entrenador Carlos Frade puede dar fe de ello.

Sikma afirma estar "disfrutando mucho de la experiencia”, quedándose con todo lo mejor de ella. "Yo soy de Seattle, donde llueve ocho o nueve meses al año. Aquí hay ocho o nueve meses de días soleados y tengo el océano al final de mi calle. Es fantástico”. Y avisa de lo que puede pasar en los play offs: "No hemos jugado muy bien últimamente, pero estamos muy unidos e iremos sin nada que perder; sin presión. Cuando empezó la liga nadie nos veía ni siquiera en play offs... Seremos muy agresivos”.

Luke Sikma será joven, pero empezó a acumular conocimientos y cultura de baloncesto desde la cuna. Su padre es Jack Sikma, aquel enorme y rubio pívot que ganó un anillo de la NBA con los Snics (1979) y fue siete veces All Star con el rebote y la defensa como señas de identidad. Portar un apellido ilustre a veces se convierte en un obstáculo para el propio crecimiento, pero Luke, el mediano de tres hermanos, afirma llevarlo de la mejor manera.

"Quizás cuando era adolescente si pudo suponer una pequeña carga para mí, pero mi padre siempre me ha ayudado en eso. Se preocupó de que yo no me quedara a su sombra. Según me fui haciendo mayor, en el instituto y la universidad, mi nombre ya se separó del suyo; se me consideró por mis propios méritos. Y ahora mismo ser el hijo de Jack Sikma para nada es una carga, sino algo muy positivo; un orgillo ”, cuenta. "Fíjate que incluso aquí en La Palma la gente me habla de los recuerdos que tienen de mi padre”.

Se progenitor es actualmente entrenador de pívots de los Minnesotta Timberwolves. Antes lo había sido de los Rockets (también con Rick Adelman). Y antes, y siempre, de su hijo. "Me ha dado muchos consejos y me enseñó movimientos en el uno contra uno. ”, dice Luke, que no le pudo ver jugar en directo –se retiró en 1991-, pero al que produce "mucho orgullo” visionar partidos de su antecesor. "Es una sensación curiosa comprobar como él y yo hacemos una serie de movimientos exactamente igual; ciertos movimientos naturales del cuerpo”. Y es que en eso de hacerse poderoso bajo el aro algo tendrán que ver también los genes...